MÓDULO 2. LA COMUNICACIÓN FAMILIAR

MÓDULO 2. LA COMUNICACIÓN FAMILIAR


Índice

     · Introducción
     · Los estilos de comunicación
     · ¿Sabemos escuchar?
     · ¿Cómo hacer una crítica constructiva?
     · Aprender a decir "no"
     · Los conflictos, una parte de la vida familiar

Introducción

La afectividad es imprescindible para el ser humano en todas las etapas de la vida. Para un crecimiento integral y equilibrado, más allá de las necesidades corporales y junto con el cultivo de la inteligencia y de la voluntad, es necesario atender también al desarrollo de la afectividad.

Distintas investigaciones indican que, no sólo el conflicto familiar explícito o el propio modelo de consumo de drogas por los padres son importantes factores de riesgo; sino que, junto a ellos, un "clima familiar negativo" y "baja vinculación (apego) a la familia" son condiciones que hacen más probable el desarrollo de conductas de riesgo psicosocial, como el consumo de drogas.

Unas buenas relaciones afectivas en la familia ejercen un efecto reforzador sobre otros factores de protección individuales, como la autoestima, la seguridad en uno mismo, facilita las interacciones y la empatía.

La comunicación es un vehículo imprescindible de la expresión afectiva. Una buena comunicación afectiva en el ámbito familiar tiene una repercusión positiva sobre factores de protección individuales: aumenta la asertividad de los hijos, les da claves para el manejo de la presión del grupo y les capacita para la toma de decisiones.

En este modulo vamos a trabajar aspectos que faciliten y hagan más eficaz nuestra comunicación afectiva con nuestros hijos, como por ejemplo las claves para escuchar activamente, la empatía, saber decir "no", o hacer críticas de forma adecuada.



Los estilos de comunicación

Desde que nacemos, todos mostramos una tendencia hacia la expresividad o hacia la introversión. Más tarde, la educación que recibimos hace que esa tendencia natural se haga más o menos fuerte. En la educación de nuestros hijos sobre su forma de relacionarse influimos decisivamente los padres pues somos sus modelos a imitar. Por ejemplo, si tratamos con desconsideración a nuestra pareja, desarrollamos un estilo agresivo que es probable que reproduzcan nuestros hijos con sus amigos.

Existen distintos estilos de relación pero, a grandes rasgos, se pueden agrupar en tres modelos:•

Estilo agresivo:
Se caracteriza porque expresamos pensamientos, sentimientos y opiniones de una manera inapropiada: amenazante, sin respetar al otro, o imponiendo nuestro criterio•

Estilo pasivo:
Se caracteriza porque no somos capaces de expresar abiertamente sentimientos, pensamientos y opiniones o lo hacemos con falta de confianza

Estilo asertivo:
Este estilo implica respeto hacia uno mismo, al expresar nuestras necesidades y defender nuestros derechos así como respeto hacia los derechos y necesidades de los demás.

Ver Actividad 1: Estilos comunicativos

Ver Vídeo-actividad:“Creencias erróneas sobre comunicación”

¿Sabemos escuchar?

Para las personas, ser escuchadas significa "ser", porque así tenemos la experiencia de ser tenido en cuenta, de ser aceptados tal como somos, de ser respetados y queridos y eso nos mueve a vivir siendo nosotros mismos.

En la vida cotidiana nos podemos encontrar con dos formas distintas de escucha:

-  La escucha pasiva, que se caracteriza por una actitud de indiferencia. Se aparenta escuchar, pero realmente no hay una intención de hacerlo. Supone un menosprecio hacia la persona que habla, "me oye, pero no me escucha".

-  En esta escucha pasiva, la comunicación es pobre y genera muy poco bienestar a los interlocutores, pues el sentimiento que acaba imponiéndose en el que habla es de frustración e insatisfacción, al tiempo que el que escucha transmite desinterés.

-  La escucha activa o emocional que podríamos definir como un "silencio cálido" permite a la persona mostrarse tal cual es, abrirse y mostrar sus sentimientos, pensamientos, etc. La escucha activa nos permite centrarnos en lo que nos comunica la otra persona, tanto en el contenido como en los sentimientos y necesidades que expresa. Esta actitud permite que la comunicación sea realmente eficaz y es imprescindible para conocer a nuestros hijos. Además, la sensación de sentirse escuchados aumenta la probabilidad de que se comuniquen más.

Ver Vídeo-actividad:“Escucha activa”





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Pistas para escuchar:

       -  Buscar el momento adecuado

       -  Evitar hacer juicios a priori.

       -  Empezar a practicar esta habilidad con temas no conflictivos.

       -  Contextualizar lo que se escucha en el momento evolutivo del hijo.

       -  Mirar a los ojos.

       -  Realizar gestos de asentimiento.

       -  Comprobar que estamos entendiendo (hacer preguntas aclaratorias).

       -  Resumir con nuestras palabras lo que el hijo nos narra.

       -  Identificar el sentimiento que hay detrás de lo que habla.

Ver Actividad 2: ¿Cómo contestarías a tu hijo al escucharle decir estas frases?



¿Cómo hacer una crítica constructiva?

Son muchas las situaciones en las que los padres tienen que llamar la atención a sus hijos por su comportamiento. A menudo se ven en la necesidad de hacer críticas a su forma de actuar para que respeten las normas del hogar, atiendan a su higiene…

Cuando se hacen correctamente, estas comunicaciones destinadas a cambiar el comportamiento de nuestros hijos, son buenas oportunidades para que comprendan que algunas cosas que hacen resultan perjudiciales para ellos mismos y para reflexionar que su conducta puede afectar a otros.

Para que esto ocurra, es esencial que las críticas al comportamiento no se conviertan en el desencadenante de un conflicto. Normalmente, no nos gusta que nos digan lo que estamos haciendo mal. Por ello, no es difícil que una crítica suscite una reacción defensiva en quien la recibe.

Sin embargo, la causa más importante de que los niños o adultos reaccionemos desagradablemente ante las críticas recibidas, no es tanto el contenido de la crítica, como la forma en que éstas son expresadas. Por ejemplo:

     -  Siempre dejas la toalla mojada encima de la cama, eres un desastre. (ACUSACIÓN)

     -  ¿Tendré que recoger yo tu toalla? ¡Con lo cansada que vengo del trabajo!¡ Me tienes harta!(QUEJA)

     -  ¡Quita inmediatamente la toalla mojada!(IMPERATIVO)

     -  Has dejado la toalla mojada encima de la cama. Quiero que la lleves al cesto de la ropa sucia.(CRÍTICA CONSTRUCTIVA)

En las tres primeras frases acusamos, culpabilizamos, generalizamos y no definimos la solución. La cuarta frase es mucho más neutra emocionalmente. No descalifica o culpabiliza al niño. Se concreta lo que ha hecho mal y se le dice de manera precisa lo que debe hacer.




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En una crítica constructiva es necesario que aparezcan los siguientes tres elementos:

CONDUCTA CONCRETA              REPERCUSIÓN EN MÍ              PROPUESTA DE CAMBIO
llegas a las 5,30 y quedamos a las 5 ------- he perdido el tiempo -------------- si no vas a llegar avísame
tienes que recoger y estás con la tele -----   no piensas en mí ------ recogemos los dos y evitamos el enfado
tenías que dármelo el lunes y ya es jueves -------  lo necesité ayer -----------    devuélvelo el día acordado
Puedes utilizar tus propias palabras, pero es importante que aparezcan los tres elementos

Ver Actividad 3: Formulación de críticas y

Actividad 4: Qué mensaje estamos transmitiendo


Aprender a decir “no”

"Decir no" a los demás está lejos de ser sencillo y especialmente, entre padres e hijos. Tanto es así, que es muy probable que como padres, aun teniendo claro que tenemos que decir "no" a un hijo por un motivo concreto, nos sorprendamos a nosotros mismos cediendo a la petición por falta de habilidades de defender nuestra postura.

Pistas para decir "no":

     -  Escuchar sin interrumpir

     -  Comprender lo que te pide la otra persona.

     -  Utilizar mensajes breves, directos y repetidos (disco rayado) Preferiría que no…, Te entiendo, pero
         yo opino esto… No, lo siento….

     -  Ofrecer soluciones alternativas

Los conflictos, una parte de la vida familiar

A menudo, los conflictos entre las personas son considerados algo negativo, que debería evitarse. Sin embargo, son tan frecuentes y naturales en nuestra vida cotidiana, que parece más útil aprender a manejarlos que tratar de reprimirlos o eliminarlos.

Un conflicto puede empezar por cualquier cuestión material. En estos casos podemos pensar que, al tratarse de cosas muy concretas, debería ser fácil encontrar una distribución justa. Sin embargo, la realidad suele ser mucho más complicada, puesto que un conflicto entre dos hermanos, por ejemplo, nunca es algo que empieza y acaba en sí mismo, sino que se convierte en un episodio más de la larga historia de conflictos entre ellos. Una historia que no se sabe cuándo empezó, pero que condiciona el desarrollo de lo que ahora mismo está teniendo lugar.



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Por ello, los conflictos entre las personas de una familia están influidos por muchos factores que van más allá del problema puntual.

Es importante que los padres nos esforcemos en resolver conflictos lo mejor posible ya que, cuando lo hacemos positivamente, damos un gran paso adelante en la educación de nuestros hijos porque conseguimos:
     -  Crear o confirmar un criterio de solución para el futuro.
     -  Presentar un modelo (nosotros mismos) de madurez, del que sin duda van a aprender.
     -  Revalidar las normas del hogar (respeto, prioridades, cooperación).

Muchas veces, las maneras que utilizamos para solucionar los problemas de los hermanos no tienen demasiada utilidad.

Por ejemplo:
     -  Tratamos de solucionar el problema para que dejen de discutir pero, si los adultos aportamos las
        soluciones, los hijos no aprenden a encontrarlas.
     -  Creamos artificialmente un "final feliz".
     -  Lanzamos mensajes moralistas, etc.

Si nuestros hijos no saben todavía resolver los conflictos, lo más probable es que en sus discusiones se dé una escalada de tensión (gritos cada vez más fuertes, insultos de mayor calibre, empujones que se convierten en patadas, etc.). En estos casos, nuestra intervención debe consistir sencillamente en "parar" la discusión para enfriar el acaloramiento y separarlos.

En cambio, cuando el conflicto tiene como origen la disputa por algo que los dos quieren (por ejemplo, un trozo mayor de pastel) o por algo que los dos evitan (cuidar del hermano pequeño cuando los padres salen de la casa), nos obliga a:
     -  Permitir que lo resuelvan ellos, manteniendo el autocontrol y esperando.
     -  Si el conflicto empeora, tendremos que pararles y separarles: "ya que no sois capaces de estar
        juntos sin reñir, ahora estaréis separados".
     -  Dar tiempo a que se enfríen las emociones.
     -  Resolver: bien mediando como guías y supervisando un reparto o acuerdo razonable, o bien decidiendo una solución si no son capaces de llegar a un acuerdo.

A medida que los hijos crecen, además de pedirles que cada vez que discutan se pongan de acuerdo, podemos enseñarles las mejores maneras de llegar a esos acuerdos. Podemos enseñarles a negociar y para ello, nuestros hijos deben saber:

     -  Lo que quieren conseguir: enséñales a distinguir entre sus deseos (todo el pastel) y sus necesidades
        (un trozo de pastel como los demás).
     -  Lo que los demás quieren conseguir: enséñales a preguntar al otro por sus necesidades.
     -  Buscar puntos de equilibrio entre las necesidades propias y las ajenas. Hacer propuestas en las que
        se consideren las necesidades de los dos: "Si lo que tú quieres es… y lo que yo quiero es… lo que
        podríamos hacer es…".
     -  Escuchar las propuestas de los demás.
     -  Dar valor al resultado. Llegar a un acuerdo supone conseguir una parte de lo que pretende y que el
        otro también obtenga algo de lo que busca. Ninguno de los dos quedará completamente satisfecho. Se
        trata de satisfacer gran parte de las necesidades aunque no necesariamente todas.

Ver Vídeo-actividad:“La comunicación inteligente”
 
 
 
 
 
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LA COMUNICACIÓN FAMILIAR




Videos:

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Vídeo-Actividades:

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·  Creencias erróneas sobre comunicación

·  La comunicación inteligente